19 de noviembre de 2014

La llamada "Lezomanía"

Nací en San Sebastián, Guipúzcoa, y he conocido a Blas de Lezo prácticamente desde que tengo memoria. No recuerdo donde oí hablar de él por primera vez, si en el colegio o en mi familia. Lo cierto es que para la mayoría de los guipuzcoanos, por lo menos los de mi generación, Blas de Lezo era un personaje conocido y entrañable. En la fachada de la Diputación de Guipúzcoa, en la plaza de este mismo nombre en San Sebastián, se encuentra desde la década de 1880 el busto de Blas de Lezo, junto al de otros héroes guipuzcoanos como Urdaneta, Elcano, Legazpi y Oquendo, para recordarnos siempre lo importante que fue. Por esa razón, no acabo de comprender a quienes aseguran haber tenido relación con la provincia de Guipúzcoa y no haber oído nunca hablar de él. Puedo añadir, además, que hay bastantes monografías y trabajos sobre él escritos por diferentes autores antes del siglo XXI, trabajos que no son difíciles de encontrar en bibliotecas españolas.

Últimamente existe un clamor popular por reivindicar la figura de D. Blas de Lezo y Olavarrieta, y desde casi todas partes por las que pasó en España, o desde aquellos lugares con los que tuvo relación se alzan voces para llamar la atención: El Puerto de Santa María, Málaga, Barcelona, Cádiz... y hasta Ávila.

Parece que desde hace un tiempo se ha puesto de moda dar conferencias, levantar placas y estatuas de este personaje, opinar en foros y hacer asociaciones. Sin embargo, en muchas ocasiones lo que se está haciendo es tergiversar su vida y sus hazañas, repetir errores históricos y poner de manifiesto el espíritu nacionalista contra los ingleses. Y muchas veces utilizando a D. Blas para manipular la historia y para intentar conseguir lo que por otros medios no se ha podido conseguir. 

Sin embargo, hay quien también pide una revisión historiográfica, para corregir errores del pasado y para acabar con malas informaciones generadas principalmente por Internet y por la literatura que mal llamada "histórica", va dejando gran cantidad de informaciones falsas. Porque entiendo que exista una novela que, utilizando un contexto histórico, se base en personajes imaginarios. Pero lo que nunca entenderé es que se pretenda bajo el título de "novela histórica", inventarse la vida de personajes históricos, situarlos en escenarios donde nunca estuvieron y realizando acciones que nunca realizaron. 

Hoy se publicaba en el Abc, por Mariela Beltrán y Carolina Aguado, un artículo expresando la necesidad de una revisión histórica sobre D. Blas y donde entre otros errores aclaran uno que se han encargado de difundir  algunas novelas históricas y al que yo ya me había referido con anterioridad. Las autoras escriben lo siguiente:


"A Blas de Lezo también se le atribuyen reiteradamente frases de las que, en unos casos, no existe constancia documental y en otros se le adjudican sin haberlas pronunciado nunca.
Dile a mis hijos que morí como un buen vasco, amando y defendiendo la integridad de España y del Imperio… Gracias por todo lo que me has dado, mujer… Ah, pero te ruego que no me traigas plañideras a que giman y den alaridos sobre mi cadáver…; no lo podría soportar… –Y luego murmuró casi imperceptiblemente–: ¡Fuego!, ¡Fuego…! Estas palabras, supuestamente pronunciadas a su mujer en el lecho de muerte, sin duda son conmovedoras y emotivas pero resultan difíciles de creer.
Josefa nunca fue con Blas a Cartagena de Indias. Cuando él abandona España, ella se queda en el Puerto de Santamaría con sus hijos, a los que debía atender, pues el mayor de todos ellos, Blas Fernando, tenía 11 años y Josefa estaba, además, embarazada de su última hija, Ignacia, que nació un mes después de la partida de su padre y a la que este nunca conoció."

Me da mucha satisfacción que se difundan estas líneas, porque el 25 de junio de este año, hace casi 6 meses, publiqué en este mismo blog este mismo comentario que hoy se ha publicado en Abc y donde por primera vez documentaba la separación familiar cuando D. Blas marchó a Cartagena de Indias, presentando por primera vez la partida de bautismo -inédita hasta ese momento- de su última hija. Era imposible el hecho de que Blas de Lezo hubiera estado con su familia en Cartagena de Indias, por la razón del nacimiento de su última hija en el Puerto de Santa María en esa fecha, donde había sido padrino de bautismo su hermano mayor, Blas Fernando. Y por existir además otro tipo de documentación que avala esta separación familiar. 

La noticia fue una de las más leídas en este blog, recibí por e-mail numerosas opiniones de lectores y tal como la publiqué hace unos meses, sigue estando escrita y puede leerse en el siguiente enlace:
En relación a esta necesaria revisión histórica, que solamente puede conseguirse a través de la investigación, estoy a punto de publicar unos artículos relacionados con la vida de D. Blas de los que me he ocupado este último año y que anunciaré por medio de este blog.