11 de abril de 2016

El agridulce oficio del historiador: algunas reflexiones personales


 Busto de  don Blas de Lezo y Olabarrieta en la fachada de la Diputación Foral de Guipúzcoa. 
Fotografía de Ana María Whiteside.

Es indiscutible que Internet ha supuesto un gran avance para la investigación histórica y para la divulgación de las obras de los historiadores, contribuyendo a su reconocimiento.

Pero es cierto, también, que la exposición de nuestro trabajo en Internet sirve en gran cantidad de casos para que pseudohistoriadores y personajes oscuros se aprovechen de los contenidos que encuentran en nuestros trabajos de investigación para alimentar sus mediocres blogs y redes sociales, sin citarnos como autores y atribuyéndose como propia la información que han encontrado y que tantas horas de investigación nos ha costado.

Por un lado, a los historiadores se nos acusa muchas veces de elitistas, de situarnos en un nivel inaccesible  a los demás, bien publicando nuestras obras en círculos académicos restringidos o compartiendo nuestros conocimientos de forma muy limitada. No me parece que les falta razón a quienes así opinan. Pero nuestras circunstancias, acaban llevándonos casi siempre a hacerlo de ese modo.

Nuestras obras no suelen ser comerciales, por lo que son pocas las editoriales que están dispuestas a arriesgar en su publicación de la que probablemente, no llegarán a cubrir ni los gastos, ya que en España, a diferencia de otros países europeos, es difícil que el ciudadano de nivel medio gaste en comprar cultura y obras especializadas.

Por otro lado, quienes se quejan de no tener acceso a las publicaciones, no suelen tener en cuenta que los autores solemos entregar determinado número de publicaciones en algunas bibliotecas y que ellos siempre podrán tener acceso a esas obras dirigiéndose a esas instituciones. Pero estas personas que a menudo se quejan, suelen, sin embargo ser personas que prefieren gastar su tiempo y dinero en otros bienes mucho antes que en cultura y conocimiento.

El problema es que en nuestro país impera la mentalidad del gratis total y muchos piensan que el trabajo de investigación de los demás también se debe encontrar gratis y mucho mejor si es en Internet, ya que ahí es fácil copiar párrafos y pegarlos en su blog y hacer un refrito de un tema del que no se sabe nada y quedar delante de sus amistades como personas de gran cultura.

Hace algunos años puse en Internet, a disposición de cualquier interesado, mi primer trabajo de investigación sobre la genealogía e historia familiar de don Blas de Lezo y Olabarrieta, que presenté a un congreso iberoamericano de genealogía y heráldica en la República Dominicana en el año 2009, con el único interés de divulgar la vida familiar de don Blas. Durante mucho tiempo, las informaciones en él contenidas han sido copiadas por otros historiadores, periodistas, autores de novela histórica y cualquiera que ha querido aprovechar el tirón que ha tenido la figura de don Blas a lo largo de estos años, para tener su minuto de gloria. Son pocos los que han citado el origen de las informaciones que utilizaban y que tantas horas de investigación me han costado. Pero son muchos los que se han beneficiado de ellas.

Acabé por eliminar mi trabajo de Internet y me ha llovido desde entonces una larga cantidad de peticiones para que lo volviera a poner a disposición de quien quisiera leerlo, solicitud a la que me he negado. A día de hoy, solo puedo decir que quien quiera leer mis trabajos sobre don Blas de Lezo y su familia se dirija a alguna de las Instituciones que los tienen disponibles a medida que los voy publicando.

Desde  hace algunos meses, comencé a sentir cierto alivio al notar que la moda de Blas de Lezo estaba pasando y que iba dejando lugar a otras figuras como Bernardo de Gálvez. Eso me permitía seguir investigando con más tranquilidad sobre este entrañable personaje y su distinguida familia. Sin embargo, desgraciadamente no me ha durado mucho la tranquilidad ya que el nombre de Blas de Lezo ha vuelto a ser puesto en boca de todos por un chabacano incidente que ha querido enfrentarnos, una vez más, a una nación culta como Inglaterra y que como española me avergüenza. 

Sin entrar en detalle en lo que ha consistido dicho incidente y con el fin de no dar publicidad a los que lo han protagonizado, puede echarse un vistazo a las últimas noticias sobre don Blas de Lezo y Olabarrieta que han sido divulgadas por los medios de comunicación. Porque eso sí, esas son las noticias que se divulgan en los medios y no los trabajos serios sobre la vida y la familia de don Blas de Lezo.

Y sigo diciendo, como ya dije en un post anterior, que don Blas estará asistiendo atónito, desde la fachada de la Diputación Foral de Guipúzcoa, donde se sitúa su busto desde fines del siglo XIX, a este circo que se ha montado en su nombre.

¡Un poco de seriedad y de respeto por la historia, por favor!